“Actualizaremos los polígonos industriales existentes a las necesidades del siglo XXI”, esta era una de las promesas electorales del PSOE de Azuqueca de Henares en el año 2015. Su antecesor, Bellido prometía la construcción de un nuevo polígono industrial de más de 700.000 m2, con aparcamiento de camiones con el que traería a Azuqueca nuevas empresas y empleo para los azudenses. Si es que prometer les sale gratis.
Así denuncian los ediles del grupo municipal de IU-Ahora-Azuqueca de Henares los incumplimientos de los gobiernos del PSOE y del deterioro que presentan los polígonos industriales del municipio.
“Seguimos constatando que los polígonos de Azuqueca continúan en un estado de conservación deplorable. Naves cerradas o en liquidación, el hotel Amura en el esqueleto tras un desguace ilegal, aceras destrozadas, parcelas convertidas en vertederos, farolas en mal estado, escombreras… Una pésima imagen de la zona industrial con la que se demuestra, una vez más, la despreocupación de este gobierno por cuidar la ciudad”, afirma la portavoz del grupo, Mª José Pérez.
“El gobierno socialista ni cuida lo que es de su competencia ni tampoco exige a los gestores de los polígonos que cumplan con las suyas. Es necesario conservar la zona industrial si queremos seguir manteniendo vivos los polígonos. Bastante han sufrido ya las consecuencias de la crisis económica como para tener que soportar también la dejadez de un gobierno”.
Teóricamente se entiende por incumplimiento del programa electoral la falta grave en la relación entre el votante y el partido que gobierna y una amenaza a las bases fundamentales de la democracia representativa. Además, se dice que las promesas se respetarán porque los políticos se preocupan por las elecciones y saben que, si faltan a sus promesas, serán castigados por sus votantes. Quizá en otro país tal vez, pero en España esto es impensable.
En muchos programas electorales del PSOE para las elecciones municipales se prometen cosas que saben de sobra que no pueden prometer porque son competencias de otras administraciones. Eso significa engañar a al ciudadanía.
Harían bien los votantes en interpretar esos programas como una carta a los Reyes Magos, en el mejor de los casos, en el que los políticos muestran en el programa sus verdaderas preferencias al margen de si creen que las van a poder poner en práctica o no, o como un canto de sirena a los electores, en el peor de los casos, en el que los políticos muestran en el programa lo que creen que les puede llevar a la victoria pero que no tienen ninguna intención de cumplir.
Si la ciudadanía exigiera a sus gobernantes, éstos se pensarían mucho lo que pondrían en su programa electoral.