En Azuqueca de Henares, como en el resto de España, hay desahucios. La mayoría de ellos se ejecutan en silencio, por eso pasan inadvertidos. Pero ahí están, provocando dolor y humillación en las personas que los sufren, que son llevadas a una desesperación que no merecen y que nunca imaginaron.
Los mismos bancos que desahucian a las personas tienen en Azuqueca unas doscientas viviendas vacías, inservibles, cerradas, desocupadas, que no valen nada y que han provocado su quiebra, que encima la pagamos todos.
Según la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), la Bankia de Rodrigo Rato, sostenida con miles de millones de los impuestos de todos, se lleva la palma: tiene ciento veinte viviendas vacías en nuestra ciudad. Le sigue Ibercaja, con treinta y cinco. La lista la completan La Caixa, BBVA y Catalunya Caixa, con 16, 12 y 10 viviendas respectivamente. En total, los bancos atesoran en nuestra ciudad 193 pisos vacíos y cerrados fruto del desahucio.
Mientras tanto, a las familias que han elegido dar de comer a sus hijos antes que pagar la hipoteca, los bancos las ponen en la calle, con lo puesto y con la deuda, aunque no tengan donde caerse muertas. Por si no fuese bastante, a los banqueros que ejecutan las hipotecas se les premia con sueldos, indemnizaciones y retiros millonarios. Badana al pobre y pus para la picaza. Es repugnante.
Una sociedad que permite los desahucios demuestra que está enferma. La indiferencia ante una injusticia tan grande refleja que la sarna moral está muy extendida. Los que miran hacia otra parte cuando una familia es arrojada al barro creerán que esta desgracia no va con ellos. Se equivocan. La diferencia entre quienes caen al pozo y los que se mantienen en equilibrio es cada vez más sutil y continuará estrechándose. Vivir a la intemperie y sin esperanza ya no es un accidente ni una anomalía. Es lo que tiene la crisis.
En Azuqueca de Henares hay doscientas tragedias familiares y personales que darían para escribir una novela muy realista, el retrato de un tiempo que está sacando lo peor de la sociedad. Nadie hablaría de ellas si no hubiese colectivos como la PAH o el 15-M que, con sus protestas y desobediencias públicas, dan voz y relevancia informativa a los que lo han perdido todo.
A pesar de que los desahucios van a continuar y que no van a faltar motivos para la denuncia social, el gobierno de Rajoy, amante del tancredismo y de las mayorías mudas, ha perpetrado una reforma del Código Penal para convertir faltas en delitos y castigar con multas, cárcel y antecedentes penales a los que se rebelan ante el abuso canalla. Atentos los disidentes del arco parlamentario y de la sociedad civil porque vienen tiempos de sanciones, porras y rejas.
Los desahucios los permiten unas leyes hipotecarias atroces, de los tiempos de la dictadura y aún previas, mantenidas por el PSOE y por el PP. Leyes injustas, abusivas, leoninas para con el débil, que el bipartidismo se ha resistido a cambiar.
Hay cientos de miles de desahucios porque se elige a gobiernos que están al servicio de los bancos y que gobiernan para los bancos. Gobiernos de peleles que condenan a las personas para salvar a los bancos que nos han arruinado. Conviene no olvidar que Zapatero, en su último Consejo de Ministros, indultó a dos banqueros amiguetes, que Rajoy nombró Ministro de Economía a un banquero, el señor Guindos, responsable de la mayor quiebra bancaria de la historia de la humanidad, y que ambos, Zapatero y Rajoy, reformaron en secreto la Constitución para asentar el principio que sostiene que es más importante pagar la deuda bancaria que comer.
Terminemos diciendo que no todos los partidos son iguales. Desde el año 2009, IU lleva pidiendo la reforma de las leyes que regulan las hipotecas para permitir la dación en pago, petición que ha venido provocando en el bipartito un rechazo infame y contumaz. En un nivel más modesto, IU de Azuqueca de Henares planteó en julio de 2011 una moción para legalizar la dación en pago. Costó “hambre, sed y marchas forzadas” que el resto de los grupos se avinieran a aceptarla, especialmente los señores socialistas, que veían en la moción un ataque a su líder, el señor Zapatero. Ese mismo mes pedimos la creación en nuestra ciudad de una Comisión Municipal sobre la Crisis, que fue rechazada por los concejales del PSOE. El 4 de octubre de 2011 propusimos la puesta en marcha, con urgencia, de un comedor social, iniciativa que también fue tumbada por los concejales socialistas.
Ese mismo día pedimos que hubiera un referéndum para que la ciudadanía expresara su opinión sobre la doctrina que sostiene que primero se pagan las deudas a los bancos y después se come, propuesta que acabó en la papelera gracias a los votos en contra de los concejales del PP y del PSOE. Finalmente, hace ahora un año, exigimos al gobierno del señor Bellido que aplicara un IBI extraordinario a las viviendas vacías de los bancos e inmobiliarias, propuesta que sigue virgen debido al desinterés de un gobierno, el de nuestro Alcalde, propenso a la pose y no a los hechos.
Definitivamente, el tiempo de los manifiestos, declaraciones y otros papelitos está agotado.