Mucho se han estropeado en el último año las relaciones entre el gobierno municipal y la representación de los trabajadores, malestar que se ha extendido a grupos enteros de empleados públicos hartos de torpezas, recortes, amenazas y otros rayos, truenos y centellas que les llueven, sin misericordia, desde hace tres años.

El gobierno del señor Bellido, cuando aún mandaba Zapatero, en julio de 2011, recortó los salarios de los profesores de la Casa de la Cultura, sin negociación ni aviso, negando además, en las misma narices de los damnificados, que tal cosa fuese cierta.
En diciembre de ese mismo año, el señor Alcalde se equivocó en el modo de anunciar y gestionar la finalización de los contratos de trabajadores municipales sujetos en su integridad a subvención regional, encrespando torpemente unos ánimos ya muy caldeados.
Poco tiempo después, recortó de manera brutal los salarios de las trabajadoras de la contrata de limpieza de edificios municipales, que se vieron obligadas a manifestarse, en mañana fría y lluviosa, frente a las puertas del Ayuntamiento, sin que ningún goberante se dignara recibirlas.
Cerró también servicios municipales, como la ludoteca, y echó a la calle a otras dos trabajadoras municipales, una de la biblioteca y otra del Centro de Mayores, al haberse negado Cospedal a aportar la subvención que sufragaba una parte de sus nóminas, que en el caso concreto de la bibliotecaria no llegaba ni a 5.000 euros al año. Estas trabajadoras, abocadas al despido, en el ejercicio de su derecho a protestar, se encerraron en el salón de plenos, lo que provocó en el señor Alcalde una reacción airada consistente en impedir que se les pasara comida o agua a partir de las 20’00 horas, en decretar que tenían que cerrar las persianas del edificio para que no se supiera que se cocía por allí o en prohibir el acceso al Ayuntamiento al concejal de IU a partir de las 20’00 horas, como si la casa consistorial fuese su cortijo particular.
 
Por si no fuese bastante, el señor Alcalde ha vedado el acceso de los concejales de la oposición a las asambleas convocadas por los trabajadores; deslegitima al comité y a la junta de personal, negándoles la interlocución que por naturaleza les corresponde; desautoriza el trabajo de algunos funcionarios a los que dispensa un trato inaceptable; lanza homilías a los trabajadores municipales para recordarles que pueden ser privatizados; abre expedientes sin ningún fundamento que luego tiene que retirar, o sin comunicación al trabajador afectado, o los lleva hasta sus últimas consecuencias, la suspensión de empleo y sueldo, con ánimo de escarmiento general, estando el último expedientado, un conserje que es además representante sindical, manifestándose ahora mismo ante las puertas del Ayuntamiento denunciando el atropello sufrido. Añádase a todo lo anterior que ciertos concejales del equipo de gobierno, abusando de su poder, piden explicaciones a los trabajadores que, en uso libre de sus períodos de descanso, informan al concejal de IU sobre su situación laboral, el canto de la avutarda o el mejor modo de cocer los macarrones, ejerciendo sobre ellos una presión intolerable y antidemocrática.
Para finalizar, sumemos a este cuadro los recortes de Rajoy, que ordenan el hurto de la paga de diciembre, la enésima congelación de salarios y la obligación de trabajar más horas, mandatos que culminarán, antes que después, con la ejecución de despidos en masa en la administración pública. Ayuntamientos jibarizados y dóciles dirigidos por Alcaldes peleles, eso es lo que quiere Rajoy. ¿Cuál es el plan del señor Bellido para oponerse al abuso del Gobierno central?
Dicho lo anterior, se entiende el enfado creciente que hay entre los trabajadores municipales, apaleados y convertidos en víctimas de una crisis de la que no son responsables. Sorprende, por tanto, no que algún trabajador, presa de los nervios, pueda haber dicho en algún momento algo inconveniente o grueso, sino la paciencia y entereza con la que los empleados municipales están aguantando una situación próxima a lo insoportable.
Mientras tanto, el mismo señor Bellido que tanto prohíbe y recorta en su casa, va a las manifestaciones contra las indecencias del PP, se calza camisetas reivindicativas de colores y recibe y agasaja a los mineros de la marcha negra como bien merecen. No cabe mayor contraste.
El gobierno del señor Bellido, sostenido por una confortable y engañosa mayoría absoluta, cree que el mundo acaba en los límites de la sala de juntas del Ayuntamiento. Atrapado en un creciente autismo, el Alcalde y sus concejales creen que no hay más verdad que la suya, ni mejor interpretación de los hechos que la que ofrecen a través de unos medios de comunicación municipales crecientemente manipulados.
El señor Bellido ve fantasmas, conspiraciones e illuminatis donde no hay más que enfados, injusticias y hartazgo. Comete abuso de poder creyendo que la sanción, el miedo y la censura aplacarán la cólera. Se equivoca y haría bien en rectificar inmediatamente una derrota que lleva al naufragio seguro.