Artículo de opinión de María José Pérez Salazar

La del deporte femenino es la historia de una lucha. A lo largo de los siglos, las mujeres han tenido que abrirse paso en contra de los prejuicios y las trabas que les ponía una sociedad que creía que ellas no podían, o no debían, hacer deporte.

Aún queda mucho camino por recorrer para que el deporte femenino se equipare al masculino. El peso de siglos de discriminación aún se hace notar.

En los Juegos Olímpicos de la Antigua Grecia, que se celebraban hace más de dos mil años, solo podían participar los hombres. Las mujeres casadas tenían prohibida la entrada, mientras que las solteras únicamente podían participar como espectadoras. Se les permitía participar en un concurso deportivo, una vez finalizado los juegos masculinos, en honor a la diosa Hera.

En Europa, a lo largo de la Edad Media, no estaba bien visto que las mujeres se entretuvieran con tareas físicas, por eso su participación en las competiciones deportivas fue prácticamente nula. Solo las mujeres de clase alta, en algunos casos, practicaban la hípica o la caza.

Durante la misma época, en China se popularizaba entre las mujeres el cuju, una especie de fútbol primitivo. Algunos grabados muestran a mujeres practicando este antiquísimo juego de pelota.

El deporte moderno se fue desarrollando a lo largo del siglo XIX. En 1896 se organizaron las primeras Olimpiadas modernas, aunque en aquella ocasión tampoco participaron mujeres, y en las siguientes ediciones fueron muy pocas.

Sin embargo, gracias a la lucha de muchas mujeres a lo largo de los siglos, hoy en día se considera normal en la mayoría de países que ellas participen en competiciones profesionales o hagan deporte como aficionadas.

Aun así, el deporte femenino está a mucha distancia del deporte masculino en relevancia, salarios o número de personas que lo practican.

En Azuqueca de Henares, al Gobierno municipal de José Luis Blanco se le ha llenado la boca, especialmente en campaña electoral, de la importancia de promocionar el deporte femenino así como de contribuir a la igualdad de oportunidades. Pero desgraciadamente, hemos visto en los últimos días como el Alcalde Blanco y su grupo han puesto en peligro la continuidad del club de baloncesto del municipio y de los equipos Junior y Senior Femenino por no hacer efectiva la subvención a la que se comprometió a primeros de año.

Lo mismo sucedía con el C.D Azuqueca Femenino que de no ser por la denuncia pública realizada por las jugadoras, correría la misma suerte que los equipos femeninos de baloncesto.

A Blanco se le olvida que las autoridades locales, en cuanto que son las administraciones más próximas a la población, representan los niveles de intervención más adecuados para combatir la discriminación ya que pueden implementar acciones concretas en favor de la igualdad y la incorporación de la perspectiva de género. Las niñas y mujeres de toda clase y condición deben poder acceder a todos los deportes, debe haber equipos femeninos, deben tener estar en condiciones de igualdad en cuanto a premios, becas y subvenciones. Las niñas necesitan ver a mujeres brillantes siendo brillantes. Ver cómo llegaron, dónde están para imaginarse a ellas mismas haciendo lo que ellas hacen, y poder así explotar todo su potencial.

 ¿Con cuántos años dejamos de creer que podemos ser lo que nos propongamos ser? ¿En qué momento las niñas dejan de tener grandes sueños, como llegar a ser importantes deportistas, pensadoras, científicas, escritoras, cineastas, astronautas… para quedarse con las ideas más “normativas” que tiene nuestra sociedad sobre el trabajo que ha de realizar una mujer? La respuesta: en el momento en el que no encuentran referentes femeninos de éxito.

En Azuqueca de Henares, empezamos a estar cansadas de la actitud de este Equipo de Gobierno que lejos de potenciar la igualdad de oportunidades y la participación en todos los ámbitos, actúa bajo la discrecionalidad de un jefe que cree que puede gestionar el dinero público, el de todas y todos, en función del número de votos que le prometan.

Desprecian una vez más a una buena parte del electorado, de la población, compuestas ambas, por un importante número de mujeres.