Artículo de opinión de Edgar Fernández San José, concejal del grupo municipal IU de Azuqueca de Henares

A nadie le sorprenderá a estas alturas del cuento que a quienes estamos en política porque la consideramos un medio para conseguir como fin único la mejora de las condiciones de vida de nuestros conciudadanos, nos irrite que haya quienes la utilizan en beneficio propio, aunque sólo sea por mantener su ego estratosférico o porque la entienden como un medio de vida para medrar en la administración como jamás podrían hacer en el mundo laboral. En definitiva, personas que sin ninguna trayectoria política y sin haber militado jamás en ninguna organización, que es lo que al fin y al cabo a uno le da esa formación y convencimiento de que la política es algo para mejorar la vida de los demás, no dudan en utilizar métodos más propios del thriller que de la gestión pública, como titulares grandilocuentes vacíos de contenido, pseudopolíticas que tratan de contentar a todos y a nadie, u otorgar prebendas a propios y extraños para que nadie se olvide de que están ahí.

Pero si ese modus operandi de quien gobierna nos irrita como concejales, cuando nos afecta además como padres, llega incluso a desquiciarnos.

El pasado 21 de octubre la web municipal publicaba una noticia que decía: “El Ayuntamiento va a repartir cerca de 17.000 mascarillas y 7.000 geles hidroalcohólicos entre el alumnado de escuelas infantiles municipales, colegios e institutos”. En el cuerpo de la noticia indicaba que a los niños de 0 a 6 años les entregaría un neceser acompañado de un gel hidroalcohólico, lo que en un principio me sorprendió, pues no deja de ser un producto químico dispensado para su uso a niñas y niños muy pequeños y que podría causar lesiones en los ojos o en el sistema digestivo por su ingesta, como ya habíamos leído en la prensa que había sucedido.

Debo reconocer que en ese momento pensé que era otro de esos “detallitos” del señor alcalde y sus escuderos, para colgarse la medalla con cargo al bolsillo del contribuyente. Pero es verdad que pensé, ingenuo de mí, como si fuera un nuevo en estas lides, que con estas cosas serían muy escrupulosos y que ese bote de gel hidroalcohólico tendría algún tipo de seguridad infantil en su cierre tal y como aparece en otros productos peligrosos, porque insisto, esto se entregaría a niñas y niños menores de 6 años.

Admito que no me sorprendió cuando el día 22, mi hijo de 4 años salió del colegio muy orgulloso enseñándome un neceser “que le había regalado el alcalde”, con un bote de lo que parecía ser gel hidroalcohólico, sin ningún cierre de seguridad, sino con uno de los que se abren con total facilidad con sólo pasarle el dedo. Fue llegar a casa, caérsele el bote de las manos y el derramarse el contenido del mismo, al lado de su hermano de un año que en ese momento gateaba por allí, porque el cierre se abrió con total facilidad. Afortunadamente el asunto no tuvo mayores consecuencias.

Una vez estudiadas en el seno del Grupo Municipal de Izquierda Unida las posibles deficiencias tanto de los geles hidroalcohólicos como de las mascarillas repartidas por el Equipo de Gobierno, decidimos ponerlo en conocimiento de la OMIC y posteriormente de la Delegación Provincial de Consumo. En la respuesta que nos trasladaron se afirmaba que el líquido contenido en los botes entregados no es un gel hidroalcohólico sino un gel limpiador que no tiene protección biocida y que las mascarillas no reflejan los datos que indican las autoridades sanitarias como son los datos de la empresa fabricante (nombre, domicilio social y otros), la eficacia bacteriana y la filtración de partículas, y además no vienen precintadas, cosas que sí cumplen por ejemplo, las que ha entregado el Gobierno de la Junta de Comunidades, tanto en las farmacias como en los centros educativos.

En el pleno del pasado 2 de noviembre, nuestro grupo municipal, preguntó por este tema al Equipo de Gobierno, a lo que la señora Charo Martín, concejala de Desarrollo Saludable, tan sobreactuada como nos acostumbra, leyó un correo privado entre nuestra portavoz y la OMIC, desoyendo lo que nos había indicado la Delegación Provincial. Con el descaro que la caracteriza afirmó que había actuado con corrección y que no habían puesto en peligro a nadie. Sólo le faltó decir que el conjunto de la población sobrevivía gracias a su gestión.

Llegó a afirmar que tenía en su poder toda la documentación con la que se puede garantizar la idoneidad de estos productos, pero lo cierto es que aún estamos a la espera de que nos lo muestres después de que haya transcurrido más de una semana desde que solicitáramos esa información.

Esa incansable necesidad de parecer que trabajan más y mejor que nadie por la salud y el bienestar de las y los azudenses, porque aparecen en miles de fotos o reparten baratijas, se  desmorona cuando se reúnen con los restantes grupos políticos ante la mesa de seguimiento para paliar los estragos de la crisis de la Covid-19 y comprobar que después de siete meses, a la gran mayoría de los acuerdos no les han dado cumplimiento.

Por último, debe saber la señora Martín, que no creemos que quisiera causar problemas de salud a nadie, seguro que no, faltaría más, pero sí afirmamos que con su irresponsabilidad como gestora, la ha puesto en riesgo, y que ello debería ser motivo más que suficiente de dimisión, aunque sólo sea por dignificar la tan dañada imagen de la política.