Como anunciaban los presagios, Cospedal ha decidido que este verano se cierren casi la mitad de las camas hospitalarias y que se reduzcan de manera temeraria servicios básicos como las urgencias, los quirófanos y las consultas externas.

El plan de recortes hospitalario es el siguiente:
1)      Se cerrarán las plantas 3ªa, 5ªa, 5ªb, 7ªa, 8ªa y 9ªa, a lo que se suma mantener cerrada la planta 6ªa.
2)      Se procederá al cierre de seis camas de la UCI.
3)      Se cerrarán una sala de Hemodinámica y la Unidad de Geriatría.
4)   Se procederá al cierre también de un tercio de las consultas externas en julio y septiembre y a la mitad de las mismas en el mes de agosto.
5)      Y en cuanto a los quirófanos, de los 18 existentes, funcionarán en julio siete por la mañana y tres por las tarde, en agosto serán cuatro y dos, y en septiembre serán siete y cuatro.
Aunque no está confirmado, bien podría ocurrir que estos recortes se prolonguen más allá del verano, adquiriendo la categoría de permanentes, lo cual sería confirmar la muerte por puntilla de la estructura hospitalaria pública de nuestra provincia.
Estos recortes, graves sin paliativos, se harán sentir aún más debido a que en el período estival aumenta la población de Guadalajara, a que se van a cerrar los Centros de Atención Continuada en algunos municipios y a que, tras el decreto de recortes sanitario del gobierno de Rajoy, sólo se atenderá a las personas sin papeles en unos servicios de urgencias condenados al colapso.
No le bastaba a la Presidenta de Castilla-La Mancha y Secretaria Nacional del PP abrir en canal el Hospital Universitario, dejándolo moribundo, como a tantos enfermos que precisan unos cuidados que no van a recibir como es debido. El gobierno que dirige ha aumentado también el tiempo de espera en pruebas diagnósticas fundamentales para la prevención y el correcto tratamiento de enfermedades muy graves. Basten dos ejemplos para demostrar lo dicho: las resonancias se han retrasado de tres a siete meses y en las TAC se ya alcanza el medio año. A este ritmo, estas y otras pruebas pronto dejarán de ser relevantes a efectos médicos.
No se le escapa a nadie que estos tiempos que corren no son propicios para ponerse enfermo, como tampoco lo son para trabajar, reír, estudiar o tener hijos. Lástima que la enfermedad llegue sin avisar y tengamos la poca delicadeza de ir al médico ahora que tanto le molesta a Cospedal. Si la muerte es inevitable, para qué hacer tanto gasto retrasándola.
Muchas personas votaron al PP de buena fe, creyendo en unas promesas que, recordadas hoy, son puro escarnio. Conviene que nadie olvide lo que votó y el tamaño de la traición cometida por unos políticos acostumbrados a tratar a los ciudadanos con desprecio. ¿Cuándo se lo haremos pagar?