Al igual que en el resto de las capitales de provincia del país, el 29 de abril y el 1 de mayo tuvieron lugar sendas manifestaciones en Guadalajara, convocadas para conmemorar el día internacional de los trabajadores.

 

A pesar de la lluvia y el granizo, entre 2.500 y 3.000 ciudadanos salieron a la calle para reivindicar los servicios públicos y un trabajo digno, peticiones que son hoy de extrema necesidad porque la situación económica y social es de todo punto intolerable.
Los datos asustan. Una cuarta parte de la población activa está desempleada. Dos millones de parados no reciben ningún tipo de prestación. La mitad de los jóvenes sufre el azote del desempleo y los más preparados emigran porque el país no les da ninguna oportunidad. Los trabajadores que aún mantienen su empleo han perdido los derechos laborales que se tardaron decenios en conquistar. El gobierno desmantela los servicios públicos básicos y pone en riesgo la vida de las personas. La economía está en recesión y todo apunta a que a finales de año nos acercaremos a la cifra record de seis millones de parados, con más de dos millones y medio de desempleados que no recibirán ninguna renta. Nos acercamos a una situación social explosiva. El gobierno está empeñado en que España se convierta en Grecia. Después, nos lamentaremos todos.
En Guadalajara la situación es, también, crítica. En el primer trimestre del 2012 se ha superado la cifra de 24.000 parados, que se unen a los 272.000 contabilizados en la Región. Desde que Cospedal es Presidenta de la Junta, hay 4.000 parados más en nuestra provincia y 36.000 más en la Comunidad Autónoma, lo que demuestra la magnitud de la estafa electoral cometida por el PP, que prometió trabajo, impuestos más bajos, derechos sociales y laborales inalienables y defensa de los servicios públicos. Además, en nuestra provincia no deja de crecer el número de parados que no recibe ninguna prestación, alcanzándose la cifra de casi 8.300 personas, un 34% del total. Las costuras sociales de nuestra provincia, como las del país, no dan más de sí. Si nada lo remedia, nos espera mucho sufrimiento.
 
Sobran argumentos para estar indignados, para manifestarse y para mucho más, lo cual no es óbice para significar, con el mayor estupor, que en estas manifestaciones participaran cargos socialistas que, a la hora de la verdad, cuando gobiernan, despiden trabajadores municipales y se quedan tan frescos.
Lo diremos una y mil veces, por más que moleste a los aludidos: determinadas presencias en las manifestaciones chirrían, por mucho que los señores socialistas que acuden a ellas reivindiquen su derecho a estar donde les parezca (aunque, en realidad, lo que hacen es estar allí donde les ordena su partido, a toque de corneta). Cierto es que pueden manifestarse (que su conciencia lo permita, causa asombro), pero tan verdad como eso es que los demás opinemos lo que nos venga en gana sobre tan augustas presencias. ¿O no?
Françoise Hollande afeó la conducta de Nicolas Sarkozy el primero de mayo, acusándole de haber descubierto ese día ahora que está en campaña electoral, así como que utilizara una fecha tan sensible para hacer un discurso antisindical y antiobrero. Algunos socialistas de nuestra provincia deberían aplicarse el mismo rasero aquí. Sorprendería el resultado.