El relato de los hechos es como sigue:

1)   Doña Sandra Yagüe ordena que se entregue una carta a los matriculados en los cursos de la Casa de la Cultura, en la que explica la subida de los precios públicos que aplicará a partir de octubre.
2)     Entre las razones apuntadas por la Concejala destaca una por peregrina: no es justo que todos los contribuyentes paguen demasiado por lo que disfrutan unos pocos.
3)      El malestar que ha generado tal afirmación entre los matriculados en los cursos ha sido mayúsculo, lo que ha llevado a la señora Concejala a ordenar la suspensión del reparto de una misiva que, lejos de exponer una realidad de manera ponderada, solivianta los ánimos de los lectores.
Lamentamos que la señora Concejala de Cultura intente justificar una subida fortísima de los precios públicos de los talleres culturales, arguyendo que el reparto de costes entre ciudadanos es injusto. Por esta regla de tres, quien tiene un seguro médico privado afirmaría que no está obligado a aportar ni un euro al sostenimiento de la sanidad pública, el que no tiene hijos se sentiría con fuerzas para defender que no ha de contribuir al mantenimiento de la educación, el que trabaja que no debe pagar cantidad alguna para sostener a los pensionistas presentes, etcétera. La lista de ejemplos es interminable y desemboca necesariamente en un disparate: hay que abolir los servicios públicos y que cada cual provea sus necesidades según su capacidad, que es lo mismo que decir que sobra la mitad de la población.
En vez de plantear ocurrencias irritantes, la señora Concejala debería velar por el buen funcionamiento de los talleres de la Casa de la Cultura, por su futuro, por la estabilidad laboral de los profesores, por mantener el número de matriculados y por lograr que los cursos funcionen en beneficio y progreso de sus alumnos, que se cuentan por centenares.