El 14 de junio, el Viceconsejero de Educación, Tomás García-Cuenca Ariati, envió una circular a los colegios e institutos de nuestra ciudad en la que ordena las amputaciones que sufrirá nuestra educación pública. La carta oficial, catálogo de horrores y vergüenzas, diluvio de males, manadero de desgracias actuales y futuras, decreta lo siguiente:

 

Se suprime el profesorado de apoyo en el segundo ciclo de Educación Infantil. Los niños de entre tres y seis años con dificultades o que vayan más atrasados que sus compañeros, pierden la ayuda personalizada que les brindaban estos profesionales (un millar en Castilla-La Mancha) que, por cierto, ya engrosan las filas del paro. Además, la eliminación de estos profesores provocará que no se cubran las bajas inferiores a diez días de sus compañeros titulares (que son las más comunes), con lo que los niños del segundo ciclo de infantil perderán días de clase el próximo curso. Quiere esto decir que gracias al PP y a sus votantes, desde la más tierna infancia los niños con problemas o que precisan una atención mas esmerada serán abandonados a su suerte. Así las cosas, flotará el que pueda y el que no, se hundirá.
Se reduce el número de auxiliares de conversación. Esto significa que se desbarata el poco y maltrecho sistema de enseñanza de otras lenguas, que son la llave del conocimiento y de la posibilidad de prosperar profesionalmente en otros países. El daño se antevé: quien pueda pagarse una enseñanza bilingüe lo hará; quien no, a galeras, aunque en español.
 
Se reduce el número de horas del profesorado dedicadas a funciones directivas. Los equipos directivos tendrán menos tiempo para organizar eficientemente el funcionamiento de los centros educativos. Enseñar no es sólo impartir clase. La docencia es una parte de la enseñanza, junto con las tutorías, la vigilancia en los recreos, la preparación de programas, el cumplimiento burocrático de tareas administrativas, la solución de conflictos, etc., sin las cuales la docencia es inviable.
Todo el profesorado interino será despedido, como mucho, a finales de junio, excepto los propagandistas de la religión católica, que se mantienen en plantilla. Esta es la medida suprema, la que permite alcanzar con desahogo el objetivo de rebajar un 20% el presupuesto educativo, obsesión de la señora Cospedal, a la que le molesta que estudien los hijos de los trabajadores. Para vender la brutalidad, el PP ha engañado a la opinión pública con la pamplina de que los profesores trabajarán dos horas más al mes, cuando lo cierto es que mantendrán su carga de trabajo pero dedicando más tiempo a tareas docentes que a otras obligaciones (tan importantes como las primeras), ocupando así una bolsa de horas lectivas que coincide con la que desempeñaban los miles de interinos que ya están siendo despedidos. Por si no fuera bastante, se comete el agravio de que no se despide a los interinos que adoctrinan en el catolicismo, cuando ni siquiera son profesores y, además, son colocados a dedo por la jerarquía católica mientras que su nómina la pagamos entre todos.
Se aumenta la ratio en infantil y primaria hasta 30 alumnos, en secundaria hasta 36 y en bachillerato a 40. Si hay menos profesores y aumenta el número de alumnos, las clases estarán a rebosar. Y en unas clases que rezuman, el fracaso está cantado. Se aplicará en nuestra ciudad la tesis desvergonzada del Ministro Wert, que sostiene que la ratio no tiene nada que ver con el éxito o la calidad en la enseñanza, que es lo mismo que decir que las sardinas viven felices y cómodas en la lata.
No se sustituirán las bajas inferiores a diez días en la educación primaria, en la secundaria obligatoria y en el bachillerato. En estos niveles, como en el segundo ciclo de educación infantil, los alumnos perderán días de clase cuando sus profesores estén enfermos por cualquiera de las dolencias más comunes. Las autoridades del PP condenan a nuestros hijos a perder horas de docencia.
Se suprime la ayuda para los comedores escolares. Esta medida es especialmente cruel puesto que cada vez hay más niños, debido a lo despiadado de la crisis, que la única comida decente que hacen al día es la del colegio. Además, el aumento del precio del comedor puede llevar al cierre de alguno por falta de alumnos, cosa que es más probable que pase en la enseñanza pública que en la concertada. De ocurrir así, la educación concertada, que es una anomalía intolerable, competirá con ventajismo canalla con una educación pública a la que sus enemigos desangran sin cuartel.
Se rebaja el sueldo de los profesores encargados del comedor escolar y se mengua el número de profesores que están a su cuidado. Que los niños que queden en el comedor coman o se tiren la escudilla a la cabeza poco importa.
Se elimina la gratuidad de los libros de texto, excepto en el tramo entre tercero y sexto de primaria, aunque esto último queda sujeto a la disponibilidad de materiales. ¿Qué ocurrirá cuando una familia muy apurada por las deudas o sin renta suficiente no pueda comprar los libros de sus hijos? Bonita cuestión que no importa al Viceconsejero Ariati, al que se le adivina en los ojos que disfruta destruyendo la enseñanza pública.
Ilustremos los recortes con algunos ejemplos que nos resultarán tan conocidos como dolorosos. El Instituto Domínguez Ortiz tendrá que apañarse con seis profesores menos. Esto conducirá a aumentar significativamente la ratio, a que se supriman grupos, a que se pierda la atención personalizada del alumnado en el aula de español y a que desaparezca el inglés en alguno de sus ciclos formativos. En el Instituto San Isidro se perderán diez docentes y en el Arcipreste de Hita otros doce, que se suman a los diez que fueron eliminados a comienzos del curso actual. Por tanto, en los cursos 2011-2012 y 2012-2013, el Instituto Arcipreste de Hita pierde el 30% de su profesorado, cifra similar a la del resto de los institutos porque a todos se les aplica la fórmula de dividir su número de alumnos por 21, que son las horas de docencia asignadas a cada profesor.
En consecuencia, los tres institutos de nuestra localidad perderán 28 profesores el curso que viene, que se añaden a los despedidos del curso que acaba. Al perder tantos profesores sube espectacularmente el número de alumnos por profesor, hasta el punto de que en los institutos no hay aulas suficientemente grandes para albergar a algunos grupos de bachillerato, que alcanzarán la cifra infame de 40 alumnos por clase. Además, Cospedal ha modificado las condiciones contractuales de los docentes que van definitivamente al paro, con el objeto de sisarles una parte de su salario, en gesto de ruindad que demuestra que esta señora carece de sentido moral.
Y por si no fuese suficiente con tanta canallada, a los interinos que van a ser contratados a comienzos de curso se les manda al paro durante el verano, excepto si imparten adoctrinamiento católico, porque a éstos la Junta no los despide sino que los mantiene en plantilla. En cuanto a los siete colegios, la disminución media de docentes oscila entre seis y diez, con lo que la cifra de despedidos o no renovados en la enseñanza primaria podría ascender a medio centenar aproximadamente. Recordemos, además, que la señora Cospedal retiró hace un año la subvención de 60.000 euros que ayudaba a sostener la Escuela Municipal de Idiomas, lo que provocó el aumento del precio de la matrícula que han de pagar los alumnos.
Finalmente, la Escuela de Adultos tampoco se libra de la peste de los recortes al planear sobre ella la pérdida de un profesor a jornada completa y otro a media jornada para el curso 2012-2013. En conclusión, gracias a la señora Cospedal se prevé que el curso 2012-2013 comience en Azuqueca de Henares con unos 60 profesores menos, que se añaden a los que ya se perdieron en el anterior.
Añadamos al catálogo infame antes expuesto el cierre de escuelas rurales, la inminente subida del precio de las guarderías públicas (en Azuqueca contamos con cinco, cuatro municipales y la quinta de la Junta de Comunidades) el reforzamiento de la escuela concertada con el dinero de todos o la reducción del presupuesto universitario y la subida de sus tasas. Destruir la enseñanza pública: este es uno de los planes del PP, esta es la ruina que nos han traído sus votantes y a esto conducen las mayorías absolutas.
Si los señores del PP hubieran prometido en la campaña electoral lo que ahora aplican, no gobernarían.
Mintieron a un país que acepta la mentira con naturalidad y al que no se le trata con respeto porque no se hace respetar.
De seguir así acabaremos con los chiquillos subidos al cuadril, de plaza en plaza, pregonando el precio de la malla de ajos.