Según Cospedal un indultadísmo, un filogénito, un presuntísimo, un prescrito o un imputadísimo pueden ser excelentes diputados, ella misma también, para practicar el mangoneo desde el Boletín Oficial en esta charca en la que el PP ha convertido a España.

Por contra, un parado, un precario, un pobre o un jubilado al que no le llega la pensión no pueden ser señorías, al carecer de medios suficientes y previos que les respalden, excepto si deciden hacerse faquires que se alimentan de la energía sutil del universo, porque para la señora Cospedal una cosa es ayunar con elegancia y otra muy distinta permitir que un muerto de hambre se suba a la tribuna parlamentaria.

Le trae sin cuidado a la secretaria general del PP que los diputados no tengan nada que aportar a la sociedad o que legislen a su favor o para sus amigos, ni sus antecedentes o peligrosidad, por muy acreditada que esté en sus biografías, hechos y otras sentencias judiciales, porque la condición elemental para ser diputado, según su pensamiento, es cobrar de otro pagador (no importa si con dinero sucio, turbio, negro, en b, c o d, metido en sobre o atado con una simple gomilla) distinto al poder legislativo, aunque se intuya que quien paga manda y que el mandato del diputado es imperativo con respecto al jefe que le firma la nómina, porque tal subordinación es hoy muy natural en este régimen de oligarquías que padecemos.

A los que son una costra en los resortes del poder no les hace falta cobrar un salario del parlamento para ocupar un escaño porque viven ya con mucho desahogo y confort del privilegio, la mandanga, la renta sospechosa, el soborno o la bolsa ajena, en este país a jirones en el que sobran caminos para el allanamiento de lo general.

Muy al contrario, a los que están fuera del circuito del poder, pueblo llano y aire fresco, o cobran por ser señorías o se quedan en su casa sin serlo, y eso los que tengan techo, lo que no siempre es el caso, que es donde han de estar las gentes según un gobierno que prefiere ovejas antes que descarriados.

No hay vuelta de hoja. Cospedal no quiere carpantas en las Cortes de Toledo. Para su excelencia Cospedal, el senado es contrario al pueblo porque en el senado se sientan linajes y no ciudadanos. Así que un trampalargas no puede ser señoría porque la política se pensó para gente de posibles, apostólica, romana, de escuela de negocios, sectaria o de la faes, todos ellos veneros muy generosos con denominación de origen apropiada para doña Dolores.

Pero no le basta a Cospedal con quitarles el peculio a sus señorías para distinguir a los tiesos de los justos, porque ahora se dispone, además, a quitarles escaños a las provincias, que en esto consiste el segundo golpe al Parlamento de San Gil, en el que se adivina que a la secretaria general le sobra la institución.

En los manuales que tratan las elecciones suele haber un epígrafe dedicado a los manipuladores de la democracia por la vía de la adulteración del sufragio. Es esta parte siempre divertida de estudiar porque asombra el talento humano para el engaño, la triquiñuela y el chanchullo consistente en multiplicar los votos propios y minorar los ajenos, si no en número sí en influencia y poder.

Los modos más socorridos para pervertir la representación política se resumen en tres, combinados o por sí solos, a saber: dibujando circunscripciones inverosímiles a conveniencia, transformando las circunscripciones en burgos podridos o empequeñeciendo su magnitud para transformar un sistema proporcional en otro mayoritario.

Con la primera de estas trampas, conocida por gerrymandering en honor a su inventor, el gobernador de Massachusetts, Elbridge Gerry, se logra otorgar la mayoría de los escaños a un partido dibujando circunscripciones que coincidan exactamente con los lugares en los que el partido gana a su más directo rival, aunque sólo sea por un voto, sin importar que en el territorio totalmente considerado pierda de manera abrumadora. Con trazos firmes sobre el papel se produce el milagro de que gane las elecciones quien las pierde y que las circunscripciones tengan formas caprichosas según sople el viento electoral o el soborno del cacique.

La segunda de estas trampas, los llamados burgos podridos (rotten boroughs), consiste en otorgar una representación excepcional a una o a varias circunscripciones en las que no viven casi electores, siendo proclives éstos, además, a depender de un patrón o cacique que orienta el voto. Los casos más escandalosos de rotten boroughs fueron los de las circunscripciones de Old Sarum y Gatton, que con siete votantes cada una elegían a cuatro miembros del parlamento británico. Estas circunscripciones sin votantes pero con cupo en el parlamento fueron abolidas en el siglo XIX.

La tercera maquinación, la de transmutar lo proporcional en mayoritario, se logra empequeñeciendo la magnitud de la circunscripción, que es la puerta para consolidar el bipartidismo monolítico con prima especial para el ganador.

Dicho lo anterior, Cospedal pretende una reforma electoral para nuestra región que es una mezcla de rotten boroughs y de convertir el principio proporcional en mayoritario, lo cual tendrá efectos devastadores para la democracia. A esto se le llama pucherazo electoral anticipado o golpe de estado autonómico, que se logra no contando los votos de IU y UpyD y dando un valor doble o más a los votos del PP.

Dice ahora Cospedal que en las Cortes de Toledo sobran diputados, entre 18 y 28, cuando en mayo de 2012 sostuvo que faltaban, por lo que subió su número de 49 a 53, ya que entonces le convenía tal cosa al efecto de perpetuar su mayoría absoluta, lo cual había conseguido en unas elecciones infamantes cuyos resultados padecemos. Ahora le interesa lo contrario y decreta eliminar el 50% de los escaños de unas Cortes ya menguadas, porque las encuestas no le favorecen y necesita del fraude que le concede un sistema mayoritario casi puro que no cabe en la Constitución.

Cospedal lanza el señuelo de que esto lo hace por economía, lo cual es falso porque se gasta el escándalo de 67 millones de euros en altos cargos y asesores cuando en la anterior legislatura este epígrafe era de 36 millones.

Además, si su preocupación fuese el ahorro, Cospedal podría haber reducido el número de diputados pero en circunscripción única o, al menos, estableciendo la igualación proporcional, consistente en separar una cantidad bastante de escaños para compensar el sesgo mayoritario de las circunscripciones pequeñas, respetando así la Constitución.

Pero Cospedal no tiró por estos caminos porque el ahorro es la excusa. Lo que persigue realmente es impedir que en el parlamento se exprese la voluntad de cientos de miles de ciudadanos que no votan al PP, empujándoles al silencio o a la calle, lugar donde les aguarda con el nuevo código penal.

Si Cospedal se sale con la suya, las elecciones regionales dejarán de ser competitivas, quedará pulverizada la igualdad del voto, se gobernará por la vía del disenso, las Cortes no serán representativas, se impedirá que los candidatos de los partidos políticos medianos (IU y UPyD) lleguen al parlamento, cientos de miles de votos irán a la basura y se creará un poder legislativo sin capacidad para representar, legislar y fiscalizar al gobierno.

A Cospedal no sólo le traen sin cuidado la Constitución y la división de poderes; también la democracia y los ciudadanos, lo cual no extraña en una mujer cruelísima capaz de quitarles las becas de comedor a los niños pobres, los maestros a los escolares que tienen dificultades en el aprendizaje, la atención psicológica a las criaturas que han sufrido maltrato machista y la subvención a los chiquillos que están impedidos gravísimamente.

Resumamos: pocas señorías, sin peculio y sin potestades excepto para levantar el brazo a la orden de Cospedal, en un parlamento de cartón, que será cámara hueca, caricatura y monumento a la impotencia representativa, insulto a la democracia y remedo de las cortes orgánicas.

Lo que ocurre en Castilla-La Mancha refleja la descomposición de un sistema dañino que es vejez y polilla, que se niega a morir y que sostiene con fanatismo una cúpula presuntísima con Cospedal y Rajoy al frente.