Se fue a Toledo el concejal de IU a defender la sanidad pública del asedio y destrucción que sufre por orden de Cospedal, capitana del PP.

No fue solo. Alvarado acompañó en el viaje a otros concejales y a los representantes de las asociaciones sanitarias que también luchan por defender la sanidad de todos y para todos.

Era forzoso ir a Toledo para intentar entregar en mano las quejas de los vecinos a los que tenemos el honor de representar, porque Cospedal no nos contesta ni por los conductos reglamentarios, que son el documento registrado, la carta certificada, la moción aprobada, el correo electrónico o el teléfono, lo cual es ruindad, menosprecio y ninguneo a 35.000 ciudadanos como mínimo.

Por culpa de Cospedal nos quedamos sin el ambulatorio y el Centro de Especialidades está bajo mínimos, amputado, disminuido, hecho una ruina. Ello provoca la congestión del hospital provincial, también recortado hasta extremos criminales, condición para convertir la salud en un negocio, así tenga Cospedal que llevarse por delante a media región y a la otra media.

No extraña que Cospedal destruya la sanidad pública, la educación para todos y los servicios sociales, cimientos de una sociedad compasiva. ¿De qué maldades no es capaz quien decidió quitarles el pan a los niños más necesitados que comían gracias a una subvención pública?

Que una mujer y madre le hiciera eso a unas criaturas indefensas es una aberración, una monstruosidad que da la talla de la despiadada que tenemos enfrente.

Llevamos también un regalo a la presidenta, en forma de paso, una reproducción del ambulatorio realizada por los peñistas, para ablandar su corazón de piedra, a ella que es tan devota de peineta y mantillita, de golpe en el pecho un solo día al año, cuando hay procesión, y de formas y ceremonias vacías e hipócritas, catolicismo tridentino de la clase dominante enemigo de la moral y de la religiosidad popular.

Tampoco nos recibió como costaleros, por más que nos fotografiaron algunos grupos de turistas sin saber quiénes éramos y a lo que estábamos. Cobarde. Sí mandó a la policía a vigilarnos, a marcarnos, que eso es lo que hacen los gobernantes felones y cobardes,  prevaricar con el uso de la fuerza pública.

Después de algunas palabras con la seguridad de la sede del gobierno se permitió al alcalde entregar las peticiones a un conserje. Y así acabó la peripecia.  Ya anticipamos a quién le echará la culpa Cospedal cuando se le pregunte sobre la cuestión: “El conserje no me dijo nada”

Cospedal provocó hambre a las criaturas y, de ésta, sin quererlo, nació la hambruna de cambio que nos retuerce las tripas, porque ya nadie la quiere ver ni a ella ni a los que la acompañan, excepto el cortejo de devotos y fanáticos que arrastra, por sus maldades, daños y depredaciones que se han cebado en los más débiles mientras la presidenta descansa en un cigarral de categoría exclusiva.

Suele ocurrir, y el caso de Cospedal lo confirma, que las maldades muy grandes las cometen los que están habituados a ellas.

Desde ahora declaramos a Cospedal persona non grata, inaceptable, indigna, encubridora de corruptos y corruptores, presunta corrupta también por tapar al presidiario Bárcenas y por mantener en la región al gerente imputado por el juez Ruz, de nombre José Ángel Cañas, por haber cobrado, presuntamente, 200.000 euros en forma de soborno que, también presuntamente, sirvieron para hacerle a esta señora la campaña electoral, aquella en la que mintió con total bellaquería y que la condujo al gobierno que hoy padecemos.

Toca ya matar el hambre doblemente, dando de comer al que lo necesita y echando a Cospedal y a los suyos de los cargos a perpetuidad. Ya queda menos para mandarlos muy lejos.