El 6 de mayo se celebró un Pleno municipal en el que el PP presentó una moción de urgencia sobre la malograda reforma del Estatuto de Castilla-La Mancha. Izquierda Unida aceptó la urgencia y, por tanto, discutir la moción porque, al contrario que al PP, no nos asusta debatir en un pleno. Como ya es costumbre, y muy mala por cierto, el señor Moraga, portavoz del PP, se negó a defender el texto que llevaba su firma, delegando esta obligación en el señor Cogollo al que le tocó representar el papelón de su vida. Si lo que hizo el señor Cogollo fue calamitoso, no alcanzamos a imaginar qué habría hecho en su lugar el señor Moraga, que no se atreve a intervenir en público cuando se plantean temas de cierta envergadura a pesar de lo que le dicta su obligación como portavoz. Anticipándose a un desastre seguro, el señor Moraga decidió chamuscar en la pira del esperpento al señor Cogollo, que se mostró favorable a asumir la condición de mártir con tal de tapar una vez más las debilidades clamorosas y el apocamiento de su jefe de grupo.
La moción del PP era un himno a la mentira y no había por dónde cogerla. Además, estamos convencidos de que el señor Cogollo lo sabía, lo cual no le impidió suscribirla en una intervención que por pudor calificaremos de triste y flojísima. En el debate posterior el señor Cogollo no pudo contrarrestar los argumentos de nuestro portavoz, Emilio Alvarado, limitándose a balbucear incoherencias y, sobre todo, a mentir y mezclar asuntos con tal de engañar a los ciudadanos. Tampoco se atrevió a contestar a las preguntas de nuestro portavoz, porque de haberlo hecho habría quedado en evidencia la estrategia reprobable que ha seguido el PP de Castilla-La Mancha en el tema de la reforma del Estatuto y en el asunto del trasvase Tajo-Segura.