Ayer tuvo lugar en la capital de la provincia la manifestación convocada por el Sindicato de Estudiantes contra los recortes y la degradación de la enseñanza pública perpetrados por este gobierno, cuyo brazo ejecutor, ministro del ramo, es el señor Wert.
Esta manifestación es la culminación de tres días de huelga en los centros de enseñanza secundaria de toda España, acción apoyada por los sindicatos mayoritarios y por la CEAPA. En nuestra ciudad la semana reivindicativa concluye hoy, día 8, con un acto en El Foro Cívico a las 18’00 horas.
Desde que gobierna el PP se ha producido el ataque más furibundo contra la enseñanza pública que se recuerda. La realidad espanta: en solo un año el PP ha despedido a 50.000 profesores, 3.500 en nuestra región, ha suprimido becas para compra de libros o para que las criaturas coman en los comedores escolares, ha finiquitado el presupuesto para bibliotecas y para laboratorios, ha retirado el apoyo que recibían los alumnos con más problemas, amaga con retirar la subvención de las guarderías e impide que se cubran las bajas médicas de los docentes como obliga la ley.
Mientras tanto, la financiación para la escuela privada sube. Con los impuestos de todos pagamos el salario de un ejército de propagandistas que, con sotana o sin ella, imparten catolicismo en las aulas, materia que no es una asignatura sino una creencia religiosa más, como el culto a Apolo o a la diosa Vishnu, a lo que se une que esta plantilla de decenas de miles de almas no se ha recortado, ni tampoco sus salarios, añadiéndose a lo anterior la desvergüenza final de que esta cohorte es contratada a dedo por la iglesia, que no pone ni un céntimo en la operación, excepto pasar el cepillo obligatorio sobre el personal que previamente ha seleccionado como le sale de la mitra.
Estos señores del PP que gobiernan han venido a segar la juventud antes de que florezca. Lo están consiguiendo. Imponen el clasismo en las aulas, que es la desigualdad más cruel, porque va ligada al nacimiento, mantienen los privilegios escandalosos de su núcleo duro de votantes y condenan al ostracismo a una generación de jóvenes, a las que se les ofrece elegir entre la maleta de cartón o la desesperanza completa.
Nuestro país no tiene sólo un problema de educación, que tendría fácil arreglo, sino de alma, de moral, de principios elementales, de nefastas creencias ancladas con raigones como brazos. Por eso gobiernan los que gobiernan, fueron votados por los que les votaron y destruyen lo que destruyen. ¿Acaso extraña?