Qué polvaredas, qué humos, cuánto ruido por tres articulitos escritos en una humilde web en los que se referían varias obviedades de los señores del gobierno municipal que, por elementales, daba hasta reparo señalarlas.

La primera, que el gobierno del señor Bellido se gastó en el año 2012 casi 600.000 euros en el capítulo de festejos populares, dándose la casualidad de que en ese mismo año el señor Bellido despidió a cuatro trabajadoras municipales (una de la biblioteca municipal, dos de la ludoteca municipal y la última del Centro de Ocio municipal) por falta de dinero y porque la Junta gobernada por el PP (que el altísimo la confunda) retiró traicioneramente su aportación de 50.000 euros que subvencionaba una parte de sus salarios. Fue tan verdadero el despido (que el alcalde sigue negando, como aún niegan los recalcitrantes que la tierra gira alrededor del sol) que las trabajadoras se encerraron en el salón de plenos, acto desesperado que no torció la voluntad del regidor, que las mandó al desempleo hace casi un año, un 27 de abril. Por cierto, consignamos que ese mismo día, mientras las trabajadoras, con lágrimas en los ojos, iban a recoger sus finiquitos al Ayuntamiento, la señora concejala de igualdad, doña Sandra Yagüe, paladina de la mujer trabajadora y azote de la gramática machista, escribía en su twitter el siguiente mensaje pesaroso: “que (sic) disgusto más grande tengo… Guardiola se va del Barça…” Impagable.

La segunda obviedad consistía en denunciar que el gobierno del señor Bellido veta a ciertos representantes de los trabajadores en las negociaciones del convenio porque no soporta que se expresen con libertad en las manifestaciones obreras y en su tiempo libre. Malos modos, prácticas antisindicales y atentado contra el derecho a pensar y hablar en libertad, intolerables en general e impropios en quienes alardean de progresismo. ¿Dónde están las cúpulas provinciales de los sindicatos de clase para parar este abuso?

Y la tercera, la menos original de todas, la obviedad con mayúsculas, el Perogrullo: desde que hay mayoría absoluta, la revista Azucahica se ha convertido en el NO-DO, en la trompetilla del ejecutivo, en el altavoz del PSOE, en una fábula con voz, en el crecepelo del gobierno de Bellido, en una novela por entregas de Tárrago y Mateos, igual que la web municipal, mangoneadas ambas por la señora Teresa Luengo, oficialmente mano derecha del señor alcalde en asuntos de prensa y protocolo. Y no decimos esto a humo de pajas. La prueba fáctica de la manipulación la tenemos en el estilo de escritura de la señora Luengo, que menudea ilegítimamente donde no debiera asomar, porque la forma de escribir, las cadencias y la estructura de las frases son como el ADN, algo personal que no se deforma ni garrapateando con el otro hemisferio de la cabeza. Señora Luengo, como decía una vieja canción “these foolish things remind me you”.

¿Qué es lo que molesta entonces a los miembros del gobierno cuando lo que se ha desvelado es tan inocente, suave, mollete, previsible, sabido? Quizás la causa del revuelo no sea tanto lo que se dice, tan cierto como la tabla de multiplicar, sino la difusión que alcanza, lo que permite que sea conocido por otros que empiezan a dudar de sus convicciones y a bajar del pedestal a algunas figurillas que andaban muy encumbradas. Es ley psicológica: la gente sólo cree lo que ya sabe. Por eso es tan perturbador que sepa otras cosas, primer paso para dejar de creer.

Y la red se puso caliente, como un verano con cientos de julios, como decía la letra de otra canción. Much ado about nothing, demasiado sofoco por unas naderías. Qué despilfarro de hormonas, de fuerza, de ingenio mejor aplicado a causas más altas y urgentes.

Perdonen si somos pesados, pero es de rigor decirlo: recordamos a los señores del gobierno municipal que si no están de acuerdo con lo que aquí se afirma tienen la oportunidad, es más, el sagrado derecho, de desmentirlo en un debate público en el que estaremos encantados de participar. Un bonito cara a cara ahora que son tan populares. No se queden con las ganas, suéltense el pelo, salten del mundo twitter a  la  vida real y libérense de la cárcel de los 140 caracteres. Puestos en su lugar nosotros sí que lo haríamos.

No están los tiempos para decepcionar a los ciudadanos con un nuevo silencio atronador.