Hace aproximadamente un año el Pleno decidió colgar unas pancartas en varios edificios municipales denunciando que el gobierno regional mantenía una deuda con el consistorio de, al menos, seis millones de euros.

El simple hecho de que la Junta deba a Azuqueca de Henares una cantidad tan elevada justifica que se cuelguen las pancartas y, ya puestos, algún luminoso en lugar señalado como aviso y recordatorio para unos vecinos que se preguntan por qué su ciudad tiene problemas de liquidez.

Pero, con ser suficiente lo dicho para colgar unos lienzos reivindicativos, no agota todo el problema de la relación prepotente que la Junta mantiene con nuestro Ayuntamiento desde que Cospedal obtuvo la mayoría absoluta, ni mucho menos.

A la deuda impagada se une que la señora Cospedal no atiende los requerimientos de nuestras autoridades ni los ruegos del Pleno para negociar un plan de pagos a favor de nuestro municipio, como sí lo hacen las corporaciones locales con sus acreedores.

Por razones no explicadas el gobierno municipal no ejecutó el acuerdo en aquel momento y las pancartas no se colgaron, lo cual no mejoró un entendimiento con la Junta que nunca se produjo.

Un año después la deuda continúa, la liquidez municipal es delicada y no se conoce oficialmente la intención del gobierno regional sobre el pago de la deuda.

Con estos antecedentes se decide ahora colgar las pancartas, coincidiendo con dos hechos: el comienzo de las fiestas de septiembre y que la Junta parece mejor dispuesta a pagar las deudas a municipios gobernados por el PP que a nuestra ciudad.

Cuando se cuelgan las pancartas se produce una reacción furibunda de una minoría a la que le preocupa más que se muestren las vergüenzas de su jefa, por mucho daño que provoquen a sus convecinos, que se diga la verdad y se reclame lo que nos corresponde en justicia, en demostración de que para tal minoría su partido está antes que su pueblo y que sus superiores valen más que sus vecinos. A esto se le llama partidismo.

Por si no bastara, esos mismos que no dudan en ser partidistas hasta el extremo dicen que colgar pancartas durante las fiestas es un agravio y un acto político, en la suposición falsa de que el adjetivo político es peyorativo, siendo lo cierto que la política es tan perjudicial para el hombre como su carácter humano. Además, viniendo de gentes tan partidistas llama mucho la atención que carguen contra la política de este modo tan gratuito.

A la vista del revuelo producido, el gobierno municipal decide retirar las pancartas con la promesa de colgarlas después de las fiestas.

Esto es lo que ha ocurrido y así lo contamos para que se sepa.

Y ahora toca decir lo que nos parece.

En primer lugar, las pancartas deberían haberse colgado hace un año, cuando el Pleno lo acordó.

En segundo lugar, no es una vergüenza colgar las pancartas en la semana de fiestas (hecho irrelevante), sino que la señora Cospedal, que lleva dos años gobernando en Castilla-La Mancha, no se haya dignado a contestar las numerosas peticiones de nuestro Ayuntamiento para saldar su deuda millonaria.

Y, en tercer lugar, lo inaceptable es que la Junta ni siquiera sostenga con sus fondos lo que es de su exclusiva competencia (un plan de empleo, por ejemplo) y tenga que ser el Ayuntamiento quien lo haga con su presupuesto.

Esto es lo que debería indignar a los que se han sentido molestos por la decisión del consistorio de colgar las pancartas precisamente ahora, por mucho que su partido, el PP, gobierne nuestra región desde Toledo y Madrid, a no ser que a dichas personas les importe más la victoria de los suyos que la justicia para los demás.

Hora es ya de que Cospedal o la persona en quien delegue, de rango suficiente para que pueda disponer, se manifieste sobre este asunto, a ser posible fijando una entrevista inmediata con la corporación en la que se fije el pago de la deuda sin más dilaciones ni pretextos.

Lo demás, con perdón, es humo y remate por mucho ruido que lo acompañe.