Suma y sigue el deterioro del tejido industrial de Azuqueca de Henares.
Ahora le toca a Coronita, marca de cerveza comprada por una multinacional del sector, AB InBev, que se dispone a despedir a 42 trabajadores porque dice que le sobran, por mucho que la empresa haya mejorado su facturación a pesar de la crisis.
Es una canallada que una empresa con beneficios despida, pero que lo haga ahora es, además, un crimen.
Aducen los nuevos propietarios que despiden por razones organizativas, lo cual es motivo justísimo en la España de la reforma laboral de Báñez, la misma señora que juró ser ministra de empleo sin haber trabajado nunca.
La Coronita del Grupo Modelo es un modelo de conducta y no porque haga honor a su grupo o porque en su publicidad afirme que es muy partidaria del bla, bla, bla de la responsabilidad social y otras majaderías, sino porque aprovecha los palcos que la ley le pone para ganar más con menos trabajadores.
Hoy la fuente del derecho es la riqueza, no la moral, ni las costumbres, ni el bien común, la justicia y demás patrañas que cantan en las facultades, seminarios y escaños los que tienen sobre los hombros un remate hueco de forma redondeada que simula una cabeza. Tanto es así que Coronita, que acaba de ganar 29 millones de euros, busca despedir a 42 trabajadores, porque 29 millones de euros de beneficios no le son suficientes y 74 trabajadores le parecen un despilfarro.
Hace mucho que el capitalismo de casino reemplazó al capitalismo corporativo y que la empresa, sobre todo si es multinacional, se dedica a extorsionar con la amenaza de que se va de los países si no se pliegan a sus imposiciones, sin que ningún directivo caiga en la cuenta de que es imposible que todas las multinacionales vivan de la exportación.
Los mandamases de Coronita dicen que están en un buen momento porque venden fuera más que antes. Será verdad, porque a este ritmo de destrucción de empleo pronto no quedará en este bendito país ni un solo ciudadano que pueda pagarse una caña.
Seguimos derechitos al desastre.